El origen de las aguas de Calabor se pierde tanto como su pasado en la historia.
Enclavado como un cruce de civilizaciones, y de difícil acceso, la aldea está situada entre dos Parques Naturales que delimitan dos regiones históricas. Al norte la comarca de Sanabria y al sur la región de Trás-os-montes. Dos villas que nos flanquean con sus fortalezas que denotan su impronta del pasado.
La diversidad de especies caracteriza a este ecosistema, situado en el mismo límite entre la zona húmeda y la templada. Bosques de castaños y robles conviven con la mayor población de lobos de Europa Occidental.
Una zona inhóspita que nos acercará a un medio supeditado a las leyes de la naturaleza.
Recorriendo pequeñas aldeas entre cascos históricos levantados sobre antiguos asentamientos castrenses, iremos descubriendo vestigios que nos han ido dejando las culturas celtas, los conventus romanos, la influencia de los pueblos germánicos y el marcado carácter de frontera que siempre ha caracterizado esta zona.
Una de las razones que motivaron el asentamiento de distintas civilizaciones en una zona tan aislada de los grandes núcleos urbanos de la época, fue su riqueza en minerales (estaño, cobre, oro, platino), que se usaban para la elaboración de monedas, enseres domésticos y armas. En Calabor, esta riqueza del subsuelo ha sido un activo a lo largo de su historia y tiene su mayor exponente en un capricho generoso de la naturaleza: el afloramiento en roca viva de sus aguas minero-medicinales.
La aldea de Calabor se constituyó como tal bajo la influencia de los romanos en la Península, aunque también existen indicios de que los celtas y los íberos habitaron en ella. Los romanos, grandes aficionados a los baños termales y al cuidado de la salud, encontraron sus aguas tan beneficiosas que incluso en aquellos tiempos las exportaban a distintos puntos de Europa.
Siglos después, los visigodos acuñarían monedas o tremis de oro en la Ceca que habían creado en Calabor, por aquel entonces denominado CALAPAX.
El destino de la aldea siempre siguió ligado a la explotación de sus aguas, y ya en el siglo XVII hay constancia de distintas edificaciones en las inmediaciones de los manantiales para la acogida de viajeros que decidían peregrinar a Calabor a tomar los baños.
Así, una Real Orden de 14 de diciembre de 1887 declarará las aguas minero-medicinales de Calabor como aguas de utilidad pública por sus propiedades curativas para la salud, tanto en forma de baños como de bebida o pulverizaciones, y en breve comienza la edificación de un balneario decimonónico para poder albergar a los afortunados visitantes que pudieran disfrutar de una estancia en unas instalaciones que nos trasladan a otra época.
En los accesos se disponía de una cochera destinada a aparcar coches de caballos y más tarde vehículos a motor. Cruzando un puente se accedía al edificio principal que disponía de su zona de baños provista con sus pilas de mármol y granito y acompañada de un servicio médico que se hacía cargo de la adecuada utilización de las aguas. Un amplio salón serviría de reunión para sus ilustres visitantes, que se entretendrían con el sonido de la pianola que les acompañaba, y que también sería usada para solemnizar los actos litúrgicos que tenían lugar en la capilla del mismo Balneario.
Al comprobar el efecto de las aguas, los propios bañistas empezaron a demandarla en sus lugares de origen. Así empezaron a venderse las aguas de Calabor en farmacias como producto medicinal con reconocidos beneficios para enfermedades del riñón, digestiones pesadas y diversas enfermedades nerviosas y de la piel, ganándose un gran prestigio y expendiéndose en distintos puntos de España y del extranjero.
Desde su sillería romana a pie de manantial para tomar los baños, hasta el trasiego de sus botellas lacradas y selladas para su uso en bebida, las aguas de Calabor han sido testigos de la admiración de gentes atraídas por la energía y vitalidad de las mismas, hasta llegar a ser un signo de salud y distinción en nuestros hábitos de vida actuales.
Todavía hoy, Calabor se presenta como un elemento natural, y su carácter terapéutico confiere a las aguas de Calabor un valor añadido que las hace únicas.
Tomar las aguas minero-medicinales del Balneario de Calabor implica dejarse sorprender por sus cualidades naturales, energéticas, inalteradas y vitales.
El tamiz natural por donde discurren las aguas de Calabor, el tiempo que tardan en recorrerlo, y su profundidad, le confieren su especial composición mineral, microbiológica y físico-química. Un largo y lento discurrir que marcan sus cualidades y las hace irrepetibles. Por ello han sido declaradas para uso tanto en baños como en bebida e inhalaciones.
De las entrañas de la tierra captan su esencia. Sus componentes, que se han mantenido constantes a lo largo de la historia, las definen como unas aguas fósiles, longevas y profundas, que les confieren unas características muy particulares: microorganismos propios inéditos hasta la fecha, precipitados naturales en forma de cristales de silicio, un PH alcalino de 8,4 a 20ºC o la formación de baregina son algunas de las características de su flora autóctona, que denotan que estamos ante unas aguas muy valoradas a nivel hidrológico.
La composición granítica del suelo y su especial afloración en roca viva hacen que el agua mane límpida, cristalina y en ausencia de agentes patógenos y de sustancias tóxicas; no en vano ha estado filtrándose durante siglos a través de un substrato natural de inigualable calidad.
Las aguas de Calabor fueron oficialmente reconocidas de Utilidad Pública por una Real Orden de 1887 y se incluyeron en la lista de aguas minero-medicinales en 1928 por el Real-Decreto Ley de Balnearios.
Los últimos análisis realizados al agua de Calabor demuestran que sus características siguen manteniendose estables a lo largo del tiempo. Según el Código Alimentario Español, las aguas de Calabor se clasifican como: termales, aguas de mineralización débil (u oligometálica) y fluoradas. Al margen de la clasificación oficial, el agua de Calabor contiene cientos de elementos esenciales para nuestro organismo.
Estas atribuciones han sido obtenidas bajo criterio médico y se constatan no sólo en sus análisis y reconocimientos, sino también en los testimonios y experiencias personales.
Se trata de unas aguas diuréticas que en bebida son ideales para tratar problemas de riñón, vesícula, aparato digestivo, úlceras, y aparato excretor.
En su uso externo y gracias a su alto contenido en derivados del azufre, son adecuadas para tratar deficiencias de la piel causadas por heridas, úlceras, llagas, quemaduras y otras condiciones más severas por su incomodidad para el paciente, como la psoriasis, el herpetismo y los pruritos nerviosos.
Además, en aplicaciones como aerosol son muy efectivas para aliviar problemas respiratorios.
Sólo unas pocas aguas reúnen las características adecuadas para ser utilizadas tanto en baños, como en bebida y vaporizaciones.
El agua es esencial para la vida. De hecho, todas las civilizaciones han recurrido al agua como fuente de salud. Sin embargo, cada vez será más difícil encontrar agua que no esté contaminada de una u otra manera.
Aunque pensemos que todas las aguas envasadas son aguas minerales, en la actualidad existen varios tipos de calidades de aguas. Según la legislación éstas son, de menor a mayor calidad:
Así, la utilidad terapéutica de las aguas de Calabor está avalada por el Estado mediante su declaración de Utilidad Pública en el año 1887 y su declaración como agua minero-medicinal.
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Balneario de Calabor, Calabor, 49392 Zamora
El placer de ver crecer las cosas.
Y de saborearlas. Éste es uno de los aportes, junto a la parte nutricional, de una vida que empezó germinando como algo pequeño y vulnerable y que, sometida a los caprichos climatológicos, se convierte en la base de nuestra existencia.
En el Balneario de Calabor podrá disfrutar de productos propios de la zona, cultivados como se ha hecho ancestralmente: huertas trabajadas a mano y al son del ”so ca bu…rro”*, abonadas por las vacas que todavía comen pastos de la zona, y regadas por inundación, como se hace en las sitios donde abunda el agua, para crear productos excelentes que son la esencia del lugar.
*Expresión local en Calaburés para entenderse con el animal de tiro.
Si le gusta la cocina es el momento y el lugar para disfrutar de ella de otra manera.
La cocina del Balneario no sólo está abierta espacialmente, también conceptualmente está diseñada para recibir y disfrutar en su interior.
Sus puertas están francas para darle una dimensión más amplia: realizar actividades en su interior. Así, los participantes podrán recolectar y conocer de primera mano los productos de temporada típicos de la zona, participar en la elaboración de platos o degustarlos en la misma cocina, que dispone de una zona habilitada para realizar talleres gastronómicos.
Consúltenos para realizar la actividad que más se adapte a sus gustos.
Cocina natural, local, de temporada y comida líquida.
Tanto el restaurante como la cafetería ofrecen productos de la huerta y ecológicos, que nos harán recordar esos sabores ya olvidados y que nos trasladan a otra época.
El kilómetro cero es el ingrediente primordial de esta receta que se acompaña de productos de temporada, así como del tiempo necesario para elaborarla.
Comida líquida. El origen de este proyecto, el agua, también está presente en nuestra propuesta gastronómica. El agua de Calabor es el elemento esencial sobre el que se añaden los demás ingredientes para elaborar las bebidas artesanales y ecológicas que se ofrecen en el Balneario.
Una visión diferente que pretende ofrecer lo mejor de sí mismo.
Siglos de aprendizaje no pueden estar equivocados.
En nuestras ancestrales culturas al agua se le ha otorgado un papel primordial: el don de la purificación. Bañarse una vez, embellece nuestro aspecto; bañarse a menudo embellece nuestra alma.
Si en nuestro camino, además, encontramos aguas medicinales éstas nos ayudan a curar nuestro cuerpo.
Los parajes donde normalmente encontramos aguas de este tipo suelen ser lugares remotos, escondidos, de difícil acceso y envueltos en una atmósfera mística que hacen que nos encontremos cómodos en nuestro cuerpo y espíritu.
Estos lugares suelen estar custodiados por un entorno natural de árboles y vegetación donde el límite son las estrellas. Estos milenarios baños son remansos de paz para poder desnudarnos en cuerpo y alma. Templos y santuarios de la salud.
Otorgados con este privilegio en el Balneario de Calabor, nuestra misión es hacer llegar este bien en su estado primigenio a aquellos que quieran venir a descubrirlo. Por ello no interferimos en el discurrir natural del agua, y así, para su entorno utilizamos materiales naturales sin tratamientos añadidos.
Al usar el agua como elemento curativo, su eficacia está basada en una recurrente y eficaz utilización del recurso. Una cura balnearia requiere tiempo y perseverancia para que el agua pueda hacer efecto de una manera natural y eficaz.
En consecuencia, tanto los tratamientos como los productos utilizados en el Balneario se realizan con esmero y de manera natural siguiendo las pautas de la cura balnearia tradicional. Esto nos lleva a realizar tratamientos de una forma personalizada y a fabricar producto en pequeños lotes, extremando las condiciones de higiene al no utilizar ningún tipo de aditivos, aunque estén autorizados.
En la formulación manejamos sólo materias primas naturales, no sintéticas; al igual que productos muy lábiles, como el Agua Sulfurada o la baregina, es decir la macrobiota, que nace en los manantiales de Calabor.
El Balneario de Calabor se encuentra en un paraje de natural belleza, donde el tiempo parece detenido y conceptos modernos como la prisa o la contaminación no existen.
El Balneario de Calabor es el sitio ideal para mimar su cuerpo. Desde un masaje relajante hasta tratamientos de fisioterapia nos ayudarán a poner a tono nuestros biorritmos.
Los baños termales de Calabor se componen de tres fases y todas ellas son necesarias e imprescindibles para realizar el uso del Balneario: la zona de acceso, la zona de ducha y la zona de baño. Todas las zonas son de uso mixto.